Alrededor de ellos, el mundo se difumina y se reduce a un simple decorado de un teatro del que son los únicos actores.
Se aman.
Con un amor que llevan en la sangre.
Con una ebriedad permanente.
En el instante y en la eternidad.
Y al mismo tiempo, el miedo está en todas partes.
El miedo a la ausencia.
El miedo a encontrarse sin oxígeno.
Es la evidencia y la confusión.
Es a la vez el relámpago y el abatimiento.
La más bella de las primaveras, la tormenta más violenta.
Y sin embargo, se aman.
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